ANÁLISIS DE TEXTOS
ELOGIO DE LA GUERRA
Por Luis Tejada
Es
interesante y conmovedor ver los esfuerzos enormes que hacen los hombres en
todas partes, por aparecer pacifistas, por amar y realizar ese sueño absurdo e
inexplicable que se llama la paz. Pero en la íntima realidad, en la realidad
profunda y subterránea del corazón, ningún hombre logra ser pacifista
verdadero; aún bajo la capa gruesa de carne del burgués más burgués y más
gordo, queda una divina chispa bélica,
una partícula del instinto supremo de la guerra, que no han logrado apagar
definitivamente ni las alucinaciones locas de la razón ni la influencia de una
vida regalada y soñolienta.
Y
es que el hombre es, al fin y al cabo, un animal noble y fuerte dotado de
poderosa vida interior; para alimentar su alma insaciable tiene que eliminar lo externo, que absorber lo circundante; mientras más alma se
tenga, más potente es el instinto de la absorción; podría decirse que, después
del combate, los vencedores se han asimilado el alma de los muertos, la han
incorporado a su vida interior, acrecentándola; por eso sin duda los ojos de
los vencedores son tan luminosos y sus piernas tan ágiles y tan vitales.
Pero, por una singular contradicción,
el hombre se avergüenza de la guerra. Es verdad que, generalmente, el hombre se
avergüenza de todo lo que pudiera enorgullecerlo. Del amor, por ejemplo; sin
embargo, el amor, como la guerra, es una sed infinita de alma; un abrazo y una estocada son dos maneras distintas de
vigorizarse, de duplicarse interiormente, eliminando o queriendo eliminar a
otro ser. El hombre se avergüenza de ambas cosas, quizá por la secreta y
misteriosa afinidad que hay entre ellas. En todo caso, el pobre hombre sueña
siempre con llegar a ser una entidad dócil, apacible, conciliadora, llena de
dulce benignidad hacia todas las
cosas, y especialmente hacia los otros hombres; y hay muchos que logran
conseguirlo aparentemente, superponiendo a su naturaleza esencial de animales
puros, una naturaleza artificial confeccionada a base de razonamientos
idealistas y de sueños fantásticos. Pero, en el fondo, la chispa selvática y
agresiva vigila: yo conozco convencidos pacifistas que al ver pasar bajo sus
balcones un batallón rutilante o al oír en el campo de maniobras la sonora y
milagrosa voz del clarín, gritan
vivas al ejército y tiran los sombreros al aire, penetrados, a su pesar, de la inefable emoción que produce la sola
visión de los guerreros en marcha. Las más razonables diatribas contra la guerra y los principios más arraigados de
benevolencia humana no llegarán a oscurecer nunca la figura estimulante del
guerrero, bello, intrínsecamente bello, en medio de su decorativa esplendidez.
Lo que sucede, en los pueblos
obstinadamente pacifistas, es que el instinto de la guerra degenera en curiosas
desviaciones hacia el crimen y la violencia particular. En una época normal de
guerra, el Hombre Fiera, por ejemplo, hubiera sido indudablemente un gran
general; su alma misteriosa y voraz lo hace creer así; hubiera sido,
sencillamente, un Napoleón, con toda su enérgica vida interior y su juventud
sobrehumana. Un boxeador es un capitán de dragones en calzoncillos, a quien la
paz arrebató su espada formidable. El mal humorado solterón que al levantarse
esta mañana le tiró con la escupidera a
su sirvienta, es un guerrero auténtico que se ha quitado a sí mismo un campo de
batalla, unas armas y unos enemigos dignos de él, y que lógicamente debían
estar a su alcance. Pero no ha podido quitarse -como debiera ser para proceder
con justicia- no ha podido quitarse su instinto bélico. Ahí me tiene la
contradicción curiosa que suele haber entre los sueños pacifistas de los
hombres y su alma violenta: entre el instinto poderoso y la idea efímera.
1. Defina, de acuerdo al contexto
los siguientes términos:
BÉLICO
|
ESTOCADA
|
INEFABLE
|
INSACIABLE
|
BENIGNIDAD
|
DIATRIBAS
|
CIRCUNDANTE
|
CLARÍN
|
ESCUPIDERA
|
2. Explique lo
que el autor quiere decir con las siguientes expresiones:
·
Para alimentar su alma insaciable tiene que eliminar lo
externo, que absorber lo circundante.
·
El amor, como la guerra, es una sed
infinita de alma; un abrazo y una estocada
son dos maneras distintas de vigorizarse, de duplicarse interiormente,
eliminando o queriendo eliminar a otro ser.
·
El hombre se avergüenza de todo lo que
pudiera enorgullecerlo.
3. ¿En el
elogio a la guerra se defiende o se cuestiona el pacifismo? Justifica tu
respuesta.
4.
El autor plantea la siguiente idea: “…Pero en la íntima realidad, en la
realidad profunda y subterránea del corazón, ningún hombre logra ser pacifista
verdadero.” ¿Estás de acuerdo o no con la
afirmación? Sustenta tu opinión.
5.
¿Estás de acuerdo con la comparación que hace el
autor entre el amor y la guerra? Justifica tu respuesta.
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