TALLER DE COMPRENSIÓN 11°
EL MUDITO ALEGRE
Tardaron mucho en darse cuenta de que
Damiancillo era mudo. Cuando sus padres se enteraron, lo comunicaron a los
demás once hermanos, y luego a los demás ciento catorce vecinos, con lo que
todos en el pueblo se pusieron muy tristes. Tardaron mucho en darse cuenta de
que Damiancillo era mudo. Cuando sus padres se enteraron, lo comunicaron a los
demás once hermanos, y luego a los demás ciento catorce vecinos, con lo que
todos en el pueblo se pusieron muy tristes.
Un día se dieron cuenta de que Damiancillo hablaba por señas, y corriendo lo comunicaron a los once hermanos, y luego a los demás ciento catorce vecinos, con lo que todos en el pueblo se llenaron de sorpresa y alegría. Continuamente la casa estaba llena de personas que trataban de entender los gestos de Damiancillo, tan risueño siempre, tan locuaz de manos y de miradas.
Poco a poco, los padres y los once hermanos aprendieron a entenderse con el pequeño por señas; en seguida pasaron a entenderse por señas también entre ellos, y llegó un momento en que no cruzaban una palabra, sino gestos tan solo. Mientras tanto, los vecinos, de ir y venir a la casa, pero sobre todo, de ver al padre y a los once hermanos, habían aprendido aquella forma de hablar, y no utilizaban otra cuando estaban con ellos. Hasta que dejaron todos, todos, de usar palabras, en cuanto Damiancillo comenzó a salir a la calle y a correr por el campo. En las eras, en el paseo de los álamos, en el fregadero, en la plaza, en la misma iglesia, solo por señas se comunicaban las gentes de aquel bendito lugar.
Una mañana, por el sendero pino y pedregoso, sudando bajo el peso del sol y del saco abultado, llegó un cartero nuevo. Le sorprendió encontrarse con un pueblo de todos mudos, y preguntó la razón de algo tan chocante. Se lo explicaron, y su asombro fue mayor aún al saber las razones. Dijo que quería conocer a Damiancillo, pero el niño estaba en las eras, corriendo y jugando, como siempre, de un lado para otro.
Entonces el cartero nuevo se encaramó por las piedras musgosas de la fuente, y puesto en pie comenzó a tocar la trompeta para congregar al pueblo entero. Cuando todos estuvieron en su torno, dijo, con voz alta y clara:
-Yo no soy, amigos, el cartero nuevo que suponéis, sino el ángel que el Señor envía con sus recados más importantes. Me llamó el Señor y me dijo: "Hay un pueblo en el que todos están llenos de caridad. Ve, comprueba si es cierto, y, si lo es, diles que Yo me complazco en ellos y los bendigo". Por eso estoy aquí, con vosotros. Todavía el Señor me hizo otro encargo: "Para mostrarles cómo mi corazón se conmueve con su bondad, diles también que les concedo la gracia que, por boca de su buen alcalde, quieran pedirme".
Se adelantó el buen alcalde, gordo y meditabundo. Era persona que pensaba mucho las cosas antes de decirlas, y pasó un rato en rascarse la frente, palmearse la faja, fruncir las cejas y cepillarse a manotazos la barba, sin decir, esta boca es mía. Pero, eso sí, cuando se decidió, fueron sus razones de gran peso:
Señor Ángel de Dios, si una gracia hemos de pediros, es que la próxima vez que nos transmitáis un recado no lo hagáis de palabras, sino por señas. Anda por ahí Damiancillo, ya sabéis, y podría ponerse triste oyéndoos... ¡Habláis tan bien, tan de seguido!
Y esto lo dijo el buen alcalde, por señas.
Un día se dieron cuenta de que Damiancillo hablaba por señas, y corriendo lo comunicaron a los once hermanos, y luego a los demás ciento catorce vecinos, con lo que todos en el pueblo se llenaron de sorpresa y alegría. Continuamente la casa estaba llena de personas que trataban de entender los gestos de Damiancillo, tan risueño siempre, tan locuaz de manos y de miradas.
Poco a poco, los padres y los once hermanos aprendieron a entenderse con el pequeño por señas; en seguida pasaron a entenderse por señas también entre ellos, y llegó un momento en que no cruzaban una palabra, sino gestos tan solo. Mientras tanto, los vecinos, de ir y venir a la casa, pero sobre todo, de ver al padre y a los once hermanos, habían aprendido aquella forma de hablar, y no utilizaban otra cuando estaban con ellos. Hasta que dejaron todos, todos, de usar palabras, en cuanto Damiancillo comenzó a salir a la calle y a correr por el campo. En las eras, en el paseo de los álamos, en el fregadero, en la plaza, en la misma iglesia, solo por señas se comunicaban las gentes de aquel bendito lugar.
Una mañana, por el sendero pino y pedregoso, sudando bajo el peso del sol y del saco abultado, llegó un cartero nuevo. Le sorprendió encontrarse con un pueblo de todos mudos, y preguntó la razón de algo tan chocante. Se lo explicaron, y su asombro fue mayor aún al saber las razones. Dijo que quería conocer a Damiancillo, pero el niño estaba en las eras, corriendo y jugando, como siempre, de un lado para otro.
Entonces el cartero nuevo se encaramó por las piedras musgosas de la fuente, y puesto en pie comenzó a tocar la trompeta para congregar al pueblo entero. Cuando todos estuvieron en su torno, dijo, con voz alta y clara:
-Yo no soy, amigos, el cartero nuevo que suponéis, sino el ángel que el Señor envía con sus recados más importantes. Me llamó el Señor y me dijo: "Hay un pueblo en el que todos están llenos de caridad. Ve, comprueba si es cierto, y, si lo es, diles que Yo me complazco en ellos y los bendigo". Por eso estoy aquí, con vosotros. Todavía el Señor me hizo otro encargo: "Para mostrarles cómo mi corazón se conmueve con su bondad, diles también que les concedo la gracia que, por boca de su buen alcalde, quieran pedirme".
Se adelantó el buen alcalde, gordo y meditabundo. Era persona que pensaba mucho las cosas antes de decirlas, y pasó un rato en rascarse la frente, palmearse la faja, fruncir las cejas y cepillarse a manotazos la barba, sin decir, esta boca es mía. Pero, eso sí, cuando se decidió, fueron sus razones de gran peso:
Señor Ángel de Dios, si una gracia hemos de pediros, es que la próxima vez que nos transmitáis un recado no lo hagáis de palabras, sino por señas. Anda por ahí Damiancillo, ya sabéis, y podría ponerse triste oyéndoos... ¡Habláis tan bien, tan de seguido!
Y esto lo dijo el buen alcalde, por señas.
1. según la estructura textual y contenido del relato
anterior, este corresponde al texto:
a.
Informativo
b.
Predictivo
c.
Instructivo
d.
Narrativo
2. con la expresión “sin
decir esta boca es mía”, el autor del cuento pretende
a. negar
mediante el silencio lo que va a decir a continuación
b. reafirmar
con el silencio lo que va a comenzar a decir
c. complementar
la información que va a comenzar a emitir
d. contradecir
lo que va a decir
3. de acuerdo con la tipología textual anterior, NO serian
elementos literarios de este libro:
a.
narrador y personajes
b.
tiempo y espacio
c.
moraleja y epígrafe
d.
narración y diálogos
4. El cartero nuevo se presentó luego como el “Ángel que el
señor envía” porque
a.
Como cartero no había tenido la atención del
pueblo y de damiancillo
b.
Quería ser el líder de ese grupo social
c.
Quería escuchar la voz de alguien del pueblo
pronunciando palabras
d.
El señor lo había mandado a conceder un deseo.
5. El alcalde expreso su petición en lenguaje de señas para
que
a.
Damiancillo no se sintiera mal al escuchar al
cartero hablar.
b.
El cartero no entendiera lo que realmente
deseaban
c.
El ángel del señor le enviara el mensaje a su
destinatario
d.
El cartero aprendiera también lenguaje de señas.
6. la pensada respuesta del alcalde se constituye en
a.
Una justificación del actuar del grupo social
b.
Una consecuencia lógica de la comunicación no
verbal
c.
Un pretexto para enseñar lenguaje de señas
d.
El destino inevitable del actuar del pueblo.
7. En relación con la realidad de los grupos sociales, el
texto en su totalidad presenta una figura literaria llamada
a.
Personificación, que es propia de las fabulas.
b.
Onomatopeya, palabra que nace de un sonido
c.
Ironía, ya que expresa algo de manera contraria.
c.
Símil, porque compara dos seres o realidades en
sus características.
a. Personajes, situación, problema,
acción y desenlace.
b. Personajes, inicio, nudo, desenlace
c. Inicio, clímax, desenlace.
d. inicio, personajes, inicio, clímax,
final.
Responda a partir de la siguiente lectura
¿POR QUÉ MI HIJO NO SE HA LEÍDO EL QUIJOTE?
Me increpa un padre de familia
a la entrada del colegio. –Profe, me dice, ¿por qué mi hijo no se ha leído el
Quijote? Yo a su edad, ya me había leído el Quijote, la Eneida, La Ilíada, la
Vida es Sueño y dos o tres libros de Shakespeare, y hasta me sabía capítulos
enteros de memoria.
Le digo que me regale unos
minutos de su tiempo, y con gusto le cuento que es lo que hacemos ahora en las
instituciones educativas.
-¡Nada!-, me dice. Ahora no
enseñan nada.
Y comienzo a explicarle que
ahora, no enfocamos el trabajo de literatura en leer muchos libros, sino en que
el estudiante aprenda a leer bien. Lo que nos importa en el colegio, es que el
niño o el joven, tenga competencias lectoras. Una vez, el muchacho sabe leer
bien, de manera autónoma puede buscar los libros que nosotros le orientamos,
pero no le exigimos cuál libro tiene que leer. En otras palabras: el
estudiante, de acuerdo a su vocación puede escoger el libro que quiera leer.
El señor, con el ceño fruncido
y rascándose un carrillo de su regordeta cara con la lengua, me indica que
necesitaba una mejor explicación del significado de “educación por
competencias”. Y es lógico, a veces ni los mismos maestros entendemos bien en
qué consiste todo este rollo de las competencias.
-Mire, mi estimado señor-,
comienzo. La educación de hoy con el asunto de las nuevas tecnologías, la
globalización y el internet, ha cambiado mucho. El mundo ya no es el mismo en
el que usted y yo, cuarentones ya, nos educamos. Ahora la única realidad
es el que el mundo cambia de manera acelerada y tenemos que educar a nuestros
niños para estar acorde con esos cambios-. El padre toma aire, me acepta la
invitación a sentarse y se cruza de brazos.
-Los muchachos de ahora tienen
nuevos intereses; por lo tanto, si la escuela quiere captar su atención tiene
que avanzar con ellos. Y si bien es cierto que somos profesores formados
en el siglo pasado para enseñarle a jóvenes del siglo XXI, nos estamos acomodando
a las nuevas circunstancias.
El hombre cruzó las piernas y
comenzó a mover el pie que le quedaba en el aire con impaciencia. Hice una
pausa, le regalé una sonrisa para calmarlo, le ofrecí un chicle que me recibió
con avidez y continué.
-Los planes de estudio que
tenemos hoy en día son muy flexibles, sin desconocer unos estándares básicos,
es decir, unos temas concretos que se nos exige observar y evaluar. Ahora nos
enfocamos en que los muchachos aprendan a solucionar problemas.
-La idea, mi señor, es que
los muchachos aprendan a estudiar de manera autónoma, por sí solos, de manera
independiente. En esa medida, el mundo puede cambiar, pero el muchacho estará
siempre dispuesto y con los conocimientos necesarios para aprender por sí solo.
¿Me capta?-. Y movió la cabeza como diciendo más o menos. Respiro hondo,
y continuo.
-La palabra “competencias”
engloba una educación en torno a la integración de conocimientos, habilidades y
actitudes; que a su vez tienen que ver con los valores y la reflexión centrados
no tanto en la memorización, sino en el desempeño, es decir en lo que el
muchacho es capaz de hacer con el conocimiento que tiene. Entonces, las
competencias sirven para que el estudiante aprenda a solucionar problemas
cotidianos de manera positiva y eficiente con lo que sabe.
Por fin sonríe un poco y mueve
la cabeza afirmativamente, sin decir nada.
-Para evaluar las competencias
de un estudiante lo juzgamos desde un estándar. Y estándar ya le dije, es lo
que las autoridades educativas, como el Ministerio de Educación, nos piden que
enseñemos. Un estándar es lo que el estudiante debe saber para resolver equis o
ye problema. ¿Me capta?
-¿Y allí termina el trabajo del
profesor?-.
-No, no señor. Las competencias
y los estándares son la base de nuestro trabajo. Pero desde allí, desde los
conocimientos esenciales que son los estándares, comenzamos a formar
habilidades de comunicación, de lectura, de razonamiento, en fin… y todo eso lo
hacemos de manera permanente.
-¿Y cómo es que enseñan
ahora?-. A pesar del tono despectivo, la pregunta me indicó que ya nos
comenzábamos a entender.
-Lo que pasa, le dije-, es que
antes la educación se centraba en el profesor y en la enseñanza. Ahora nos
enfocamos en el ser de los estudiantes. En planear la clase pensando para qué le
va a servir ese conocimiento al muchacho. Ya no exigimos aprender todo de
memoria. Ahora nos centramos más en los resultados, en la funcionalidad de los
conocimientos. Y cuando logramos que un estudiante “aprenda” a aprender, es lo
máximo, la dicha total.
-Y para calificar, ¿cómo hacen?
-Ya no calificamos, ahora
evaluamos. Y estamos pasando de los exámenes de papel y lapicero a
reconocer otras formas de demostrar que se tienen conocimientos básicos sobre
un tema. (Y como dejó de masticar y estiró la boca hasta tocarse la punta la
punta de la nariz con los labios, me apresuré a decirle). Mire, mi señor.
Todo esto es muy complejo, es cierto, pero no estamos dejando a un lado lo
fundamental de la educación, no hemos dejado de hacer y preocuparnos por los temas
de siempre. Seguimos ofreciendo temas clásicos y fundamentos teóricos y jamás
dejaremos de preocuparnos por reforzar lo que los padres enseñan en casa: los
valores, la convivencia, el amor por el conocimiento… es solo que nos
reinventamos para asumir la realidad compleja y cambiante que nos tocó vivir.
¿Estamos?
-No, profe. En realidad sigo
sin entender por qué mi hijo a su edad y a su nivel no lee. Se la pasa pegado a
computador mañana tarde y noche, y nunca lo veo con un libro entre las manos.
-A ver… – Y parpadeo para
llenar mi espíritu de paciencia y con una sonrisa trato de explicarle.
-¿Qué creé que se la pasa
haciendo su hijo en el computador? Tranquilo, yo le digo. Se la pasa leyendo.
Si, leyendo. Su hijo es un gomoso de la lectura. Sí claro, tal vez no está
leyendo el Quijote, como quisiéramos sus profesores o su papá, pero si se la
pasa toda la tarde y todos los fines de semana leyendo, creo que lee más de lo
que leía usted en su tiempo. Tal vez no lea un solo libro, pero a lo
mejor está leyendo, escribiendo y aprendiendo lo que necesita saber y entender
para el siglo XXI. Es solo cuestión de re-orientarlo, de convencerlo de
la bondad que tiene leer el Quijote para que lo lea de manera virtual. Pero de
leer, su hijo lee bastante señor.
1. Este artículo fue publicado en el espacio
de los blogs de la versión virtual de un periódico nacional; con respecto al
contenido de este texto se puede afirmar que el autor
a.
Conoce y defiende las nuevas didácticas del
lenguaje en la escuela.
b.
Critica abiertamente las antiguas formas de
enseñanza en la escuela.
c.
Desconoce las metodologías modernas de enseñanza
en la escuela.
d.
Es experto en obras literarias y su enseñanza en
la escuela.
2. El artículo se ocupa fundamentalmente de
la:
a.
Similitud entre las metodologías tradicionales y
las nuevas formas de enseñar a leer.
b.
Relación entre las formas de enseñanza y la
lectura en la escuela.
c.
Diferencia entre didáctica y pedagogía
d.
Relación entre evaluación y competencias en la
educación
3. En el texto, con el enunciado “El mundo ya
no es el mismo en el que usted y yo, cuarentones ya, nos educamos ,“ se:
a.
Instruye la forma de evaluar hoy en día
b.
Predice la forma como se educa hoy en día
c.
Afirma que son viejos y el mundo ha cambiado
d.
Advierte la forma de enseñar en las escuelas
públicas
4. El padre del estudiante cuestiona durante
toda la conversación fundamentalmente:
a.
¿Por qué las escuelas y los colegios no enseñan
lo clásico?
b.
¿Por qué los profesores no califican?
c.
¿Por qué su hijo no es un asiduo lector?
d.
¿Por qué los maestros usan las nuevas
tecnologías?
5. De los
argumentos del maestro al padre de familia, se puede concluir que la educación:
a. Actualmente se preocupa por saber-hacer en contexto.
b. De hoy en día olvidó los exámenes y los test.
c. Hoy en día está centrada exclusivamente en el
estudiante.
d. de la nueva era va a echar al olvido, los textos
literarios.
6. según el texto
¿Qué diferencia hay entre calificar y evaluar?
a. Evaluar
es más completo y complejo que calificar
b. Evaluar
es reconocer otras formas de demostrar lo que se aprendió
c. Evaluar
es una actividad de lápiz y papel
d. Evaluar
no es mejor que calificar
7. De la frase
“nos reinventamos para asumir la realidad compleja y cambiante que nos tocó
vivir”, se puede inferir que:
a. Las
escuelas y colegios rechazan los estándares del ministerio de educación.
b. La
educación asume el reto de la globalización y la tecnología cambiando la forma
de calificar.
c. Los
maestros deben cambiar sus metodologías de acuerdo con los cambios de las
generaciones
d. Los
padres se reúsan a modificar el mundo que les tocó vivir.
8. por la manera
como se presenta la información en el texto, se podría decir que en él
predomina un discurso:
a. Informativo
b. Poético
c. Narrativo
d. Argumentativo
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