ACTIVIDADES
Lee el siguiente texto
La Guerra de Troya
En
la boda de Peleo, rey de los mirmidones y Tetis, ninfa marina se presentan
todos los dioes menos Eris, diosa de la discoridia que al no haber sido
invitada envía una manzana con la inscripción “para la más hermosa”. Tetis y
Peleo son los padres de Aquiles. Hera, esposa de Zeus, Afrodita, hija del
mismo y diosa de la belleza y Atenea, diosa de la guerra y la inteligencia,
discuten por la manzana. Ponen como juez a Zeus pero este, para no complicarse
la vida le dice a Hermes que busque a alguien sin importancia y que sea él el
juez. Paris, también llamado Alejandro (protector del hombre) era el hijo
de Príamo, rey de Troya y de Hécuba. Cuando iba a nacer su hermana Casandra que
tenía el don de la adivinación profetizó que sería la causa de la destrucción
de la ciudad de Troya. Por eso su padre lo abandonó en un monte para que
muriera. En cambio un pastor lo recogió y lo crió. Hermes, mensajero de
los dioses, lleva la manzana a Paris pensando que es un simple pastor. Las tres
diosas intentan sobornar a Alejandro. Hera con riquezas y poder, Atenea con la
gloria de la guerra y las victorias y Afrodita con la mujer más hermosa del mundo:
Helena. Paris escoge a Helena. Afrodita consigue también que Paris vuelva a
casa de sus padres Príamo y Hécuba.
Menelao, rey de Esparta y hermano de
Agamenón, estaba casado con Helena. Paris acude a una fiesta en su palacio y
los dos se fugan a Troya. Cuando Menelao se entera reúne un gran ejército
con ayuda de su hermano Agamenón. Éste último está al mando. También están
Aquiles, el mejor guerrero griego, Ulises, el más astuto, Ayax un gigante de
gran fortaleza, y otros… Entre ellos figura Patroclo, primo y amigo íntimo de
Aquiles. Los griegos ponen sitio a la ciudad de Troya e intentan tomarla
durante diez años pero los troyanos bajo el mando de Héctor, hijo de Príamo y
el más fuerte de entre estos, resisten. Los griegos atacan y saquean
pueblos de alrededor y en una escaramuza toman prisionera a una hermosa
doncella: Briseida. Agamenón que había perdido su parte del botín se la
arrebata a Aquiles. Aquíles monta en cólera y decide no combatir. Los
griegos pasan muchos apuros y Patroclo decide combatir con las armas de Aquiles
para asustar a los troyanos. Héctor mata a Patroclo creyendo que era Aquiles.
Entonces Aquiles vuelve al combate y mata a Héctor ultrajando su cadáver.
Finalmente Príamo consigue que Aquiles le devuelva el
cuerpo de su hijo. Paris consigue, con la ayuda de Apolo,
matar a Aquiles hiriéndole con una flecha en el talón, su único punto
vulnerable.

Los griegos, aconsejados por Ulises,
idean un plan para tomar Troya. Construyen un caballo de madera y lo dejan como
ofrenda ante las puertas. Retiran las naves y los hombres escondiéndose tras
una isla cercana. Dentro del caballo se esconden los griegos más valerosos al
mando de Aquiles y Ulises. Cuando los troyanos introducen el caballo en la
ciudad y se hace de noche salen del caballo y abren las puertas de la ciudad.
El resto de los griegos penetra en Troya y consiguen conquistarla.
FRAGMENTO
Odiseo y
las sirenas

[...] Circe me tomó de la mano y me hizo sentar lejos de mis compañeros y, echándose a mi lado, me preguntó detalladamente. Yo le conté todo como correspondía y entonces me dijo la soberana Circe:
–Escucha ahora tú lo que voy a decirte y lo recordará después el dios mismo: Primero llegarás a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se verá rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegría porque ha vuelto a casa; antes bien, lo hechizan éstas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las rodea un gran montón de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca. Haz pasar de largo a la nave y, derritiendo cera agradable como la miel, unta los oídos de tus compañeros para que ninguno de ellos las escuche. En cambio, tú, si quieres oírlas, haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mástil -que sujeten a éste las amarras-, para que escuches complacido, la voz de las dos Sirenas; y si suplicas a tus compañeros o los ordenas que te desaten, que ellos te sujeten todavía con más cuerdas. [...]
Así dijo y, al pronto, llegó Eos, la de trono de oro.
Ella regresó a través de la isla, la divina entre las diosas, y yo partí hacia la nave y apremié a mis compañeros para que embarcaran y soltaran amarras. Así que embarcaron con presteza y se sentaron sobre los bancos y, sentados en fila, batían el canoso mar con los remos. Y Circe de lindas trenzas, la terrible diosa dotada de voz, envió por detrás de nuestra nave de azuloscura proa, muy cerca, un viento favorable, buen compañero, que hinchaba las velas. Después de disponer todos los aparejos, nos sentamos en la nave y la conducían el viento y el piloto.
Entonces dije a mis compañeros con corazón acongojado:
–Amigos, es preciso que todos –y no sólo uno o dos conozcáis las predicciones que me ha hecho Circe, la divina entre las diosas. Así que os las voy a decir para que, después de conocerlas, perezcamos o consigamos escapar evitando la muerte y el destino.
–Antes que nada me ordenó que evitáramos a las divinas Sirenas y su florido prado. Ordenó que sólo yo escuchara su voz; más atadme con dolorosas ligaduras para que permanezca firme allí, junto al mástil; que sujeten a éste las amarras, y si os suplico o doy órdenes de que me desatéis, apretadme todavía con más cuerdas.
Así es como yo explicaba cada detalle a mis compañeros.
Entretanto la bien fabricada nave llegó velozmente a la isla de las dos Sirenas –pues la impulsaba próspero viento–. Pero enseguida cesó éste y se hizo una bonanza apacible, pues un dios había calmado el oleaje.
Levantáronse mis compañeros para plegar las velas y las pusieron sobre la cóncava nave y, sentándose al remo, blanqueaban el agua con los pulimentados remos.
Entonces yo partí en trocitos, con el agudo bronce, un gran pan de cera y lo apreté con mis pesadas manos. Enseguida se calentó la cera –pues la oprimían mi gran fuerza y el brillo del soberano Helios Hiperiónida– y la unté por orden en los oídos de todos mis compañeros. Éstos, a su vez, me ataron igual de manos que de pies, firme junto al mástil –sujetaron a éste las amarras– y, sentándose, batían el canoso mar con los remos.
.Ulises y las sirenas de John William Waterhouse (1891).
Conque, cuando la nave estaba a una distancia en que se oye a un hombre al gritar en nuestra veloz marcha, no se les ocultó a las Sirenas que se acercaba y entonaron su sonoro canto:
–Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aquí y haz detener tu nave para que puedas oír nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas. Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos trajinaron en la vasta Troya por voluntad de los dioses. Sabemos cuánto sucede sobre la tierra fecunda.
Así decían lanzando su hermosa voz. Entonces mi corazón deseó escucharlas y ordené a mis compañeros que me soltaran haciéndoles señas con mis cejas, pero ellos se echaron hacia adelante y remaban, y luego se levantaron Perimedes y Euríloco y me ataron con más cuerdas, apretándome todavía más.
Cuando por fin las habían pasado de largo y ya no se oía más la voz de las Sirenas ni su canto, se quitaron la cera mis fieles compañeros, la que yo había untado en sus oídos, y a mí me soltaron de las amarras.
Trabajo en parejas:
Realiza la lectura de la Guerra de Troya y Odiseo y las sirenas
Ø
¿Qué características de la literatura Griega encuentras en los dos textos? Sustenta con
citas textuales
Ø
¿Por qué Helena fue la causante de la guerra
de Troya?
Ø
¿Por qué crees que han cambiado las palabras
en el español?
Ø
Quién era Odiseo, Helena, Paris, Héctor,
Patroclo y que función cumplían en los textos.
Ø
Cómo se ve reflejado el papel de la mujer en
el texto “La guerra de Troya”
Ø
¿Qué piensas de la función que cumplen las
sirenas en la Odisea?
Justifica por qué estas obras son representativas en la literatura Griega
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